Testigos ocultos by Victor Pavic Lundberg

Testigos ocultos by Victor Pavic Lundberg

autor:Victor Pavic Lundberg [Pavic Lundberg, Victor]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2022-03-25T00:00:00+00:00


CAPÍTULO 35

DANIJELA Y LOA SALIERON JUNTOS del edificio. La puerta se cerró detrás de ellos. Ambos se detuvieron inseguros, como si no supieran hacia dónde dirigir sus pasos. Loa miró el asfalto, rascando lentamente el suelo con un pie.

Las nubes oscuras revoloteaban como gaviotas hambrientas sobre ellos. Algunas gotas de lluvia rezagadas del chubasco matutino cayeron en la frente de Danijela, que se las secó rápidamente. Fue Loa quien rompió primero el silencio.

—Gracias por ayudarme —dijo.

Danijela sintió una calidez que le recorrió el cuerpo cuando Loa confirmó que había comprendido y apreciado todo lo que había hecho por él.

—Lo hiciste bien. Sigge no te va a presionar más. Ha comprendido la gravedad.

—¿Tú crees?

—Absolutamente. Te asignó una misión sencilla, pero podrás ayudarme tanto como quieras. Y puedas.

Mantenía un tono de voz tranquilo, pero por dentro estaba furiosa por la debilidad de liderazgo de Sigge. Primero echó sobre Loa un trabajo que evidentemente le provocaría un trauma. Y luego, cuando encontraron algo interesante, se acobardó. Estaba claro que, en todo caso, lo que menos deseaba era criticar a Nina Meijer. No importaba. Finalmente, Danijela podría hacer algo que valiera la pena, algo que quizá la hiciera regresar. Nadie se interpondría en su camino.

—Es buena la idea de Sigge de que investigues la fundación. Seguramente hay algo allí —dijo Loa.

—Sigge puede creer que estoy investigando la fundación. Pero, obviamente, debo mirar el conjunto —respondió Danijela.

—Sí, claro —respondió él.

La lluvia comenzaba a caer otra vez. Los paraguas de diferentes tonos se abrían como por arte de magia alrededor de ellos. Danijela miraba hacia la entrada, nerviosa porque Sigge saliera y pudiera escuchar la conversación. Bajó la voz:

—Oye, quizás no debamos hablar de esto aquí.

—Como prefieras.

Loa dio un paso hacia atrás y comenzó a retroceder.

—¿Adónde vas?

—Pensaba ir a casa…

Danijela miró el reloj que tenía en la muñeca. Eran las doce.

—No hagas preguntas. Tomaremos un taxi hacia Riche para comer. Puedes pedir lo que quieras. Sigge paga. Debemos organizar un plan.

Loa la miró expectante, con esa expresión tan familiar que irradiaba, la de ser capaz de hacer cualquier cosa por ella.

—¿Un plan?

—Sobre qué vamos a hacer a partir de ahora.

—De acuerdo.

Danijela sentía que Loa no parecía tan entusiasta como esperaba. Quizás aún no estaba listo para perdonarla. Más allá de eso, le gustaba la sensación de controlarle durante un tiempo.

Hizo señas a un taxi, que se detuvo inmediatamente. Lo primero que notó, cuando abrió la puerta y entró Loa, fue un conocido aroma dulce a loción de afeitar. Cuando se acomodaron en sus asientos, miró hacia el espejo retrovisor y reconoció un par de ojos.

El hombre que los miraba era el mismo chofer de la noche anterior.

El anciano de cabello blanco parecía tener el mismo turno laboral que ellos. Parecía asustado. Loa, que también se dio cuenta de qué taxi habían cogido, miró a Danijela y dijo:

—¿Es coincidencia?

Oyeron un carraspeo que llegó del asiento delantero.

—¿Adónde desea ir hoy, Danijela Mirković?

Esta vez la pronunciación fue la correcta. ¿Habría sido el desplante o el dramático viaje lo que había dejado su huella? Quizás ambas cosas.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.